13:09 Comment0 Comments




Un pie ridículamente pequeño es el fin de esa pierna obesa y hermosa de tierra, que quieta camina por el mundo.
El muslo azul besado por una lengua pacífica.
Sangre tibia, calor, transpiración y ritmo, violencia y ternura, torpezas y sutilezas.
Hombres.

Sexo y amor, fuego, frío y una deuda acá adentro.
Tierra animal y apasionada, verdes y sabores.
Un ángel humilde, de colores, te regala una sonrisa y un escote en una esquina.
Alguien joven que muere lo mismo.
La muerte con una flor en los labios.

Una camioneta vieja va cargada de plantas y flores. Un sueño pendiente bosteza sobre el volante y presta atención al chico en el asiento del acompañante, que hace lo suyo y lo acompaña a ser injustamente pago. Y es hijo, y es padre, mientras una corbata en un auto ajeno generosamente te perdona la vida en una bocacalle.

Tetas, pobrezas y alegrías sucias.
Las verdaderas alegrías son sucias y torpes. Llevan dulce de leche en la comisura, manos embarradas, pelotas ajadas y uñas desprolijas.
Un arma va cargada por la ciudad en un bolsillo joven. Estalla en un fogonazo de existencia.
Un arma cargada de injusticia, de puertas cerradas, de olvidos y negligencias, de desprecios y menosprecios. La furia al gatillo. Un fogonazo que lo pone en el mapa, y acciona en el mundo.
Un fogonazo que lo ilumina y lo hace visible. Él sólo gatilla.
El que cargó y el que recibe cree que el otro es el otro.
Labios ignorantes y ombliguismos. Libros llenos de ideas muertas, de calles que ya no existen, de gente que ya no existe. Libros ingenuos que te engañan. Letrados ingenuos que se engañan.

Un monstruo retaceado de vacíos y billetes te pone remeras, anhelos y codicia.
Anochece
El tiempo no alcanza.
El cuerpo cansado. Tantas soledades ahí afuera.
La calle vive en caras diferentes, a punto de estallar,
en otros rituales,
en otros idiomas.
Alguien acaba de morir. Alguien acaba de nacer.
Una historia está terminando, eventualmente comida por el olvido. Otra comienza.
Las separan pocas cuadras.
Acá al lado dos cuerpos hicieron el amor. Se penetraron. Dos hombres se encuentran suavemente en un beso.
(Es el primero con un hombre. Se siente bien, ajenamente bien).
Una hija de la vecina se acaricia el vientre y no sabe si tener o abortar. La hermana menor, de trece años, recibió una carta de amor y la lee en la cama, rápido, con el corazón en la boca.
La madre, frente a la lumbrera boba, condena la escalada de piel ante sus ojos. Ninguna sabe lo mucho que ha cambiado el mundo. Ninguna pensará en lo mucho que debe cambiar el mundo todos los días para permanecer siendo el mismo.

Un furgón colectivo zapatillas ojotas viene lleno de cuerpos cansados y prematuramente envejecidos.
Acaba de nacer alguien más.

San Pablo, Cusco, La Paz, Padua.

0 comentarios:

Publicar un comentario